Chat GPT respondió que no lo es. La terquedad insistió: “¿Está cerca de serlo?”. “No realmente” contestó la inteligencia artificial. Muy a su pesar y, teniendo en cuenta la carencia de contexto que a veces tiene, no le hice caso.
Entonces, afirmo: es un oxímoron. Repito: sí, “Justo ayer”, el título del nuevo libro de Max Bidart, es un oximorón. Pero seamos justos con Chat GPT: más que una contradicción es un hermoso evento hijo del destiempo.
“Justo ayer” es una obra de 25 relatos cortos, breves, con sentido, que traspasan el papel y se encastran en quizás algo más importante que el corazón: en la memoria.
¿Biográfico? ¿Autoficción? ¿Una radiografía de la infancia de Max? Puede que sí pero una vez que ingresa bajo el lente del lector, los recuerdos dejan de tener nombre y apellido para convertirse en un pasado colectivo.
A medida que escribo, vuelvo a pensar: ¿es un oxímoron?
La frase “Justo ayer” nos invita a repensar en el presente a partir del pasado, es decir, a preguntarnos “¿cómo llegué hasta acá?”. Algo similar ocurre con cada uno de los pequeños fragmentos: ¿quién me enseñó lo que está bien o mal? ¿Quién me dijo esto es “foul” o “siga siga”? ¿Con quién tomé la primera cerveza? ¿Qué sentí la primera vez que dí un beso? ¿Y que hice el amor? ¿Qué es la muerte? ¿Yo me voy a morir? ¿Cómo se vive?
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